07/02/2015 | Diario de Noticias

Fermin Erbiti: Las Ikastolas Navarras cumplen 50 años

Las ikastolas navarras están de enhorabuena. Cumplen cincuenta años desde que en 1965, en una época que obviamente no invitaba a ese tipo de aventuras, un grupo de entusiastas euskaltzales puso en marcha en Pamplona Uxue Ikastola. Aquel centro pionero fue una ikastola itinerante, ubicada en la calle Pozoblanco, plaza San José, avenida Bayona, Torre Irrintzi y Monte Lakartxela, que llegó a tener 300 alumnos y de la que en 1970 surgieron las dos más grandes de Navarra: San Fermín y Paz de Ziganda.

Varios de sus promotores habían colaborado con José Antonio Muguerza en la creación de Iranzu Ikastola, de tan efímera existencia que fue clausurada por la Policía el mismo día de su inauguración: el 15 de noviembre de 1963. Lejos de arredrarse ante las numerosas trabas de las autoridades franquistas, aquellos euskaltzales continuaron trabajando para llevar a buen puerto su ilusión. Y buscando el amparo de la Sociedad de Amigos del País, dos años más tarde lo consiguieron.

A partir de entonces, similares iniciativas se fueron expandiendo por toda la geografía navarra para ofertar a las familias una educación en euskera, innovadora y de calidad.

Visto desde la perspectiva actual, está claro que la iniciativa de las ikastolas tenía un punto de cierta locura. Como señala Jon Sarasua en su interesante libro Hiztunpolisa, la de las ikastolas es una apuesta inédita en la Historia moderna de recuperación de lenguas minorizadas. Pero además, si tenemos en cuenta el clima político de la época y las dificultades añadidas de falta de legalidad, profesionales, material didáctico… la conclusión es clara: hay que estar muy convencido del sueño para arriesgar la educación de los que más quieres en semejante aventura.

La apuesta era arriesgada pero fundamental para el futuro de una lengua en decadencia. Sin presencia en la escuela, los medios de comunicación y la administración, el euskera estaba condenado a la desaparición. En este sentido, las ikastolas no solo han aportado un exitoso modelo de educación, de calidad contrastada, adaptado años más tarde por la administración para su oferta pública. También han contribuido de manera decisiva al impulso de la principal joya cultural de nuestra tierra: la lengua vasca.

La creación de las ikastolas supuso una ruptura total con el modelo educativo de la época. En primer lugar, por supuesto, al ofrecer enseñanza en euskera y poner en primer plano nuestra cultura vasca, tan vergonzosamente aparcada de la educación en aquellos años.

En una época que la que la mayoría de los centros estaban en manos de congregaciones religiosas, las ikastolas también ofrecieron un modelo de gestión completamente nuevo. Nacieron como cooperativas de familias, por lo que padres y madres se implican en la gestión de los centros junto con los profesionales, pudiendo ser partícipes de algo tan importante y gratificante como la educación de sus hijos.

Las ikastolas apostaron también por una pedagogía avanzada, lejos del modelo de los colegios de la época, incluyendo en esta cuestión la ruptura con el segregacionismo por sexos, práctica residual en la actualidad pero que en el sistema educativo de hace cincuenta años era norma. Se trata de una muestra que simboliza la apuesta por un sistema pedagógico avanzado e innovador. Haciendo de la necesidad virtud, la falta de materiales en euskera obligó a inventar, a iniciar un camino de investigación propio mantenido en estas décadas y que actualmente constituye uno de los principales activos de las ikastolas.

Las ikastolas son una parte fundamental del sistema educativo de Navarra y, sin duda, la clave de su éxito es la calidad educativa, objetivo prioritario de los responsables y profesionales de las mismas. Una calidad que no se mide solo en las competencias, habilidades, capacidades y conocimientos transmitidos, sino también en unos valores positivos como el respeto, la tolerancia, la capacidad crítica, la igualdad y, por supuesto, el cariño hacia nuestra lengua vasca.

Y ya que hablamos de lenguas, citemos como símbolo de la adecuación a los tiempos el tratamiento de las mismas. Finalizado el ciclo escolar, el alumnado de las ikastolas ha sido el único que realmente dominaba dos idiomas: euskera y castellano. Pronto se vio que aquello no era suficiente y que había que avanzar hacia el actual modelo plurilingüe, sin abandonar la preminencia del euskera.

En este sentido, al escuchar el maniqueo discurso de quienes todavía se empeñan en contraponer idiomas, recuerdo las palabras de la máxima autoridad europea en la materia, el comisario de multilingüismo Leonard Orban, en la visita que hizo hace cinco años a San Fermin Ikastola para conocer este modelo educativo: “Los idiomas suman, mantengan ustedes el euskera como eje de su modelo y sigan esmerándose en la enseñanza de los otros”.

Las ikastolas navarras cumplen cincuenta años de andadura ilusionante y no exenta de dificultades. Utilizando la metáfora de Jesús Atxa, referente fundamental de las ikastolas, es evidente que al euskera no se le ha dejado transitar por modernas autovías sino a través de estrechos y empinados caminos.

Lo importante, sin embargo, es haber llegado hasta aquí y celebrar este medio siglo mirando al futuro, con la calidad educativa como guía. Y sin olvidar, claro está, a quienes hace cincuenta años crearon las ikastolas. Su ilusión, tenacidad y buen trabajo es el mejor referente para seguir avanzando.

El autor es expresidente de San Fermín Ikastola

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