Cada época histórica ha tenido su propuesta educativa para las nuevas generaciones, en respuesta a las condiciones y exigencias sociales, económicas, políticas e ideológicas del momento. El siglo XX fue un período fértil y generoso en el campo educativo. Son significativas sus aportaciones científicas, psicológicas y pedagógicas en el plano teórico, metodológico y práctico.
Así, las Ikastolas cooperativas de Navarra comienzan su labor en la segunda mitad de ese siglo. Sostenidas con fondos públicos, garantizan la gratuidad de la enseñanza y la libre elección de centro. Irrumpieron con el aliciente claro de convertirse, en la “tercera vía” o tercera opción, frente a los modelos dominantes: público y privado. En sentido estricto, nacen de la propia comunidad, gestionada por todas las partes implicadas en el proceso. En las Ikastolas se entiende el cooperativismo como fundamento del compromiso y la auto-exigencia de las personas que integran el colectivo.
En este Día Internacional, fieles a sus valores fundacionales de democracia, colaboración, cooperación, compromiso, responsabilidad y solidaridad, donde priman los intereses colectivos sobre los individuales, se pretende destacar la complementariedad de las metas y los objetivos de las Naciones Unidas y del Movimiento Internacional de Cooperativas, para fortalecer sus redes con gobiernos, entidades locales, etc.
La legislación vigente en materia educativa recoge entre sus preceptos fundamentales el principio de: “libertad de enseñanza” y, además, reconoce a “las personas físicas y jurídicas, la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto escrupuloso a los principios constitucionales”.
La creación de las Ikastolas como cooperativas de educación supuso la llegada de una corriente de aire fresco al sistema educativo bipolar del momento, ofreciendo un servicio público, alejado del empeño lucrativo. Sus objetivos son muy concretos: una sociedad mejor educada, un sistema educativo centrado en las personas y la recuperación del euskera, como vehículo de comunicación social en un contexto multilingüe.
Este movimiento educativo, con una historia que supera ya el medio siglo, ha adquirido su peso específico, ensombrecido casi siempre por la interesada asimilación al grupo de “la enseñanza privada”. Sin embargo, tanto los titulares que los rigen, como su sistema de gestión, o la forma de entender la educación (su sistema de trabajo), le alejan un buen trecho de aquella.
Las Ikastolas como cooperativas de enseñanza se acercan más a la educación pública, en tanto que hay coincidencia de planteamientos, por ser también un servicio público, no elitista ni discriminatorio, que además cuenta con un funcionamiento interno democrático;gestionado por un grupo de personas que deciden unificar criterios y esfuerzos libremente, para educar a sus hijos e hijas en los valores propios del cooperativismo.
La actitud de entusiasmo, compromiso, decisión y perseverancia de los cooperativistas resulta clave para la consecución de los fines educativos previstos.
Aunque la escuela cooperativa se vea limitada en ocasiones por la normativa que genera la Administración educativa, su proyecto específico se constituye y se comparte por toda la comunidad que la integra. Es la pieza esencial en torno a la que girará el desarrollo de los sujetos de la educación como personas, en su autonomía y en su creatividad, con el propio ejercicio diario de los métodos y programas diseñados.
La interacción y la cooperación son los cimientos del edificio sobre el que se apoya el desarrollo básico de este modelo educativo. El trabajo en equipo constituye una de las bases en las que se sustenta toda la actividad docente. Unido al principio de solidaridad, tan vinculado a la cooperación y al compromiso de construir una sociedad más justa.
De la relación estrecha con los municipios, o comunidades donde radican las Ikastolas surgen las necesidades emergentes, los desafíos concretos que la sociedad va planteando, para los que las Ikastolas desarrollarán respuestas educativas y organizativas que sintonicen de forma abierta con las realidades del lugar, creando sinergias, vinculando a la enseñanza las cualidades y los valores de sus entornos.
Las sociedades cooperativas de enseñanza contribuyen decisivamente al progreso de la educación, ofrecen un nuevo talante, colaborando a la democratización del sistema escolar y a la mejora de la calidad general del sistema educativo.
No hay sistema más democrático que el de las cooperativas de enseñanza, donde las reglas del juego, los Estatutos Sociales, son establecidas de común acuerdo. El cooperativismo se sustenta en el humanismo, que trata de transformar la sociedad sobre la base de la dignidad de la persona, su integración comunitaria y su centralidad en la organización social, mediante la cooperación más atenta al presente y más abierta al futuro.
El autor es director de la Federación Navarra de Ikastolas